La sorpresa llegó hace una semana exactamente. Sebastián nació pequeño pero con ganas de estar aquí. Todo pasó muy rápido, bueno, no tanto, porque el anestesiólogo tardó en llegar, pero después de eso a mi se me hizo eterno, pero no pasó mucho cuando pude ver en persona a mi hijo. La preocupación no me dejaba al verlo dentro de la incubadora, pero verlo vivo y bien me dio una felicidad que no es fácil explicarla. No soy cursi, creo que la gente que me conoce lo sabe, pero no pensé sentir algo como lo que sentí en ese preciso momento. Fue instantáneo.
Mi siguiente preocupación fue la mamá. Quedó ella en recuperación y yo pendiente de poder verla porque al fin y al cabo, era parte principal de esta nueva etapa, pero todo estaba bien.
Seis horas pasaron y la puerta del cuarto se abrió dando entrada a una enfermera que me traía a mi hijo, sin necesidad de incubadora ya, a que yo lo tuviera junto con la madre. Ese momento de poder tocarlo y saber que me oye ya en vivo y a todo color, es indescriptible. Tanus lo dijo en el comentario de la foto, no se si sea verdad que mi cara describe eso, pero por lo menos se que dentro de mi no tenía palabra, de hecho, aún no tengo palabras para describir ciertas cosas.
Ya tiene unos días con nosotros en casa. Sebastián es bueno. Poco a poco nos vamos conociendo, pero algo que nunca voy a olvidar y que a lo mejor cuando crezca ya no será lo mismo: la mirada que me da cuando estamos en la noche sólo padre e hijo. Me mira cuando esta en mis brazos y es cuando entiendo que no son necesarias las palabras cuando se quiere decir algo.
Basta de cursilerías y celebremos la vida, como lo dice Angela. Porqué?? porque así debe ser...no hemos podido celebrarnos de alguna forma, pero esperamos pronto poder hacerlo y brindar por Sebastián... y como dice el buen maestro Andrés Calamaro en una de sus canciones: Brindo por el futuro, con la noche de testigo!!
Gracias amigos, gracias a todos por el apoyo, felicitaciones, mensajes, en fin, por todo.
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